miércoles, 25 de abril de 2007

LAS TRES DE LA MAÑANA


Son las tres de la mañana,
una sensación ardiente
hace que yo me despierte
pues húmeda tengo la cama.
Estaba soñando contigo…
y en mis sueños yo soñaba
en esa tarde enamorada
que pasaste tú conmigo.
Veinte velas encendidas
encima de un arcón mío
lleno de cuentas plateadas,
y sus reflejos hacían
que al darles la luz, el brillo
ilumine nuestras caras.
en las paredes habían…
telas de raso doradas,
rosas, blancas y encarnadas,
y por el suelo ceñían
sedas verdes y azuladas.
La cálida luz de las velas
iluminaba tu cara,
la música al fondo sonaba,
¡qué bella que tú estabas!
El contraste de tu cuerpo
sobre aquel verde esmeralda…
y el brillo de tus cabellos
sobre aquel azul de cielo,
puso misterio a la estancia.
Parecías una diosa,
pura, blanca, inmaculada.

No voy a relatar el hecho…
pues lo ocurrido descansa
metido dentro en mi pecho
tal como una imagen santa.
Solo sé… que cuando duermo,
revivo aún más el hecho,
mi cara pongo en tu pecho,
y al despertarme descubro
humedades en el lecho.

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