
Cansado…traspasé la puerta…dirigiéndome a la estancia donde las noches pasaba soñando en que tú estabas.
De mi alcoba....... salían… acordes de una melodía que gratos recuerdos traían.
Veinte velas encendidas,
dispuestas…en las mesitas
y en la repisa que había
junto aquella ventana
por la que el lago asomaba.
La pálida luz de la luna,
con fuerza se reflejaba
en un espejo que había,
y…
aromas de lavanda y rosas
por la estancia se esparcía.
¡Y allí estabas!
sobre las sábanas blancas …
vestida de encajes finos,
como una diosa
mostrándome tus encantos.
¡El misterio te envolvía!
No hicieron falta palabras…
tan solo…
cruzamos nuestras miradas,
y en ellas se adivinaba
el deseo que escondían.
Me acerqué a la cama,
desprendiendo poco a poco
las prendas que me vestían
y tus brazos me acogieron
en un apasionado abrazo;
Y nuestros cuerpos se unieron…
hasta que se hizo de día.
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