Ya no paseo mis manos
con firmeza por tu espalda,
ni noto tus homóplatos
entre mis dedos de plata.
No siento el placer inmenso
de mirar con embeleso
tu cuerpo...y darte un beso
allá...donde comienza eso.
Ya no siento la fragancia
del aceite de romero
esparcida por la estancia
que acrecentaba mi esmero.
Ni noto como tus glúteos
al contacto con mi falo...
casi pedían a gritos
el placer más puro y sano.
Ya no oigo tus suspiros
ni tampoco mis gemidos
al encontrarnos unidos
y en el éter suspendidos.
Ya no paseo mis labios
por tu cuello...¡enloquecido!
pensando solo en amarnos
con nuestro amor tan divino.
¿Lo ves?...
Ya no es igual...
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