viernes, 6 de abril de 2007

UNA TARDE EN UNA PLAYA CUALQUIERA


No era cualquiera la tarde,
estaba premeditada, pensada,
calculada.

Yo...ya la había puesto el ojo,
quería...montar encima
de esa potranca divina.

Mis ojos...la miraban fijamente
con ansias incontrolables
como un loco a una loca
reprimiendo mis deseos....
y le robé ese beso
que su boca me ofrecía.

¡ Floreció la primavera !

Y la tomé en mis brazos
cubriendo de besos su cuello,
su escote sus senos
y su linda cabellera.

Y no detuve un momento
mis manos...bajo su falda,
arrancándole de cuajo
esa lencería fina
que cubría sus antojos.

Hambriento de carne y sexo....
monté la potra divina
devorándole la vida
los senos y la vagina.

¡ Y relinché con esmero !

Después... emprendí el galope,
¡orgulloso! ¡veloz! ¡presto!.

27/8/2004

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