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Nunca pensé, amor mío,
que a mis sesenta veranos
tuviera tantos redaños
para levantar el frío
de mi corazón impío
Si en vez de escuchar tu voz
estuvieses a mi lado,
sabrías cuanto te amo,
y calmaría mi ardor
besàndote con pasión,
y con un deseo atroz
culminaría mi amor,
¡Tal como siempre lo he soñado!
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