sábado, 31 de marzo de 2007

CELOS


Otra noche sin dormir,
otra noche de desvelos,
siento que todo mi ser
se consume lentamente,
y aunque sea sin querer
repiquetea en mi mente
un mundo lleno de celos.

Tengo celos de esa voz
que te dá los buenos días
y comparte tu alegría
de una manera precoz
un día tras otro día.

Tengo celos de ese baño,
que al despuntar la mañana
en tí pone su mirada
todos los días del año.

Celos... de ese albornoz,
que acariciando tu piel
te regala el calor
que no te puedo ofrecer.

Celos de tu desayuno,
pues saborea al instante
tus labios... uno a uno
de una manera constante.

Celos... de la lencería
que durante todo el día
acariciará tus senos
y tus partes escondidas.

Del abrigo que te pones,
que te quitará el frio
sin pensar en las razones
de que abriga algo mío.

Celos... de ese ascensor
que te mirará en silencio,
y tal vez con mucho amor
te dirá lo que yo siento.

Del asiento de tu coche,
porque todas las mañanas
después de pasar la noche
nota sobre él tus nalgas.

Celos de esa oficina
que recibe cada día
a una mujer tan divina.

Celos... del auricular,
que siente tu voz y tu aliento,
roza tu boca y tu oído
y te dice que no miento.

Celos de tus compañeras,
de la mesa del despacho,
y hasta de las escaleras
que bajas o subes despacio.

Tengo celos de tus hijas
que te tienen noche y día,
¡ y hasta de tí tengo celos !
por hacerte compañía,
¡ sola sin mí ! vida mía.

Pero... de lo que más tengo celos
no te lo voy a decir,
no sé, si tengo el derecho
ni siquiera de sentir
que alguien me de tantos celos.
Pero te puedo decir...
que estos malditos celos
no me dejan ya vivir.

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